Temblaba...
Le
temblaban las
manos, un
nudo feroz
en la
boca del
estómago no
la dejaba
respirar.
Espiaba...
Ignoró
la advertencia
y entró,
otra vez
se encontró
con la
oscuridad,
oscuridad total.
Lloraba...
La
trágica lágrima
acompañaba el
contradictorio
sentimiento.
Sobrevoló
bajito, buscando
un atisbo
de esperanza,
y el
canto que
llegaba del
árbol vecino
no alcanzó
para consolarla.
El
tiempo le
dolía, la
ausencia le
duraba, la
tragedia la
invadía...
Se
inclinó y
dejó de
galopar para
no perder
más el
sueño.
Todo
pudo ser
verdad, o
pudo ser
mentira.
Ella no quería morir.
Trató
de recuperar
su agitada
respiración.
Sin
palabras, sin
pensamientos, sin
sombras,
decidió...
Decidió vivir...
El violento golpeteo
dentro de su pecho se detuvo.
Y en los años que
vinieron, un verde parecido al hada de sus sueños,
La invadió toda otra vez.